Uno
de los acontecimientos de mayor trascendencia para el desarrollo económico del
país, consecuentemente, para su estabilidad política, fue el desarrollo de los
ferrocarriles.
La
construcción del ferrocarril y, en general, el establecimiento de mejores
medios de comunicación, había sido una preocupación constante e gobiernos anteriores,
sin embargo el alto costo de las obras y las continuas revueltas todos los
trabajos estaban paralizados.
Porfirio
Díaz recibió el país con un sistema de transporte que, además de primitivo, se encontraba
en condiciones lamentables pro lo que se refiere a su extensión y
mantenimiento. No se contaba más que con 640 km de vías ferroviarias y las
carreteras no presentaba una mejor situación.
A
finales de 1876, con Díaz en la presidencia y Vicente Riva Palacio en el
ministerio de Fomento, se inició la construcción de caminos, ferrocarriles y
telégrafos. El primer acuerdo del gobierno porfirista, en materia de
ferrocarriles, fue la aprobación del proyecto presentado por el ingeniero
Mariano Téllez Pizarro, para la construcción de una línea ferroviaria con
tracción animal, entre Tehuacán y la estación Esperanza, del Ferrocarril
Mexicano. Este proyecto había sido presentado por su autor, dos años antes, al
gobierno de Lerdo de Tejada y aunque elogiado se negó su aprobación, por
carecer el erario federal de los fondos necesarios para realizarlos.
Este
ferrocarril se construyó por cuenta exclusiva del gobierno, y todo el personal
que intervino en la obra, ingenieros, empleados y operarios, fue mexicano. Se inauguró
con 51 kilómetros de vía angosta, el 24 de diciembre de 1879, con asistencia
del presidente Díaz, miembros de su gabinete, los gobernadores de los estados
de Oaxaca, Puebla y Veracruz y sus numerosos invitados. El servicio se inició
el primero de enero de 1880, y pronto empezó a transportar diversos productos
para exportación por el puerto de Veracruz, lo mismo que mercancías de
importación con destino al estado de Oaxaca.
Posteriormente
el general Manuel González, compró al gobierno este ferrocarril y años después
sus herederos lo traspasaron al Ferrocarril Mexicano del Sur, que acababa de
terminar el tramo de Puebla a Tehuacán, en su ruta a Oaxaca, y fue cambiado a
tracción de vapor. En 1952, se ensanchó a vía estándar, al ponerse en servicio
la vía ancha de México a Oaxaca.
En
el primer período del Presidente Díaz (1876-1880), se registró gran actividad
entre los solicitantes de concesiones para construir líneas férreas en nuestro
territorio.
En
general continuó la política de su antecesor, don Sebastián Lerdo de Tejada de
preferir a inversionistas mexicanos, lo mismo que a los gobiernos de los
estados, procurando establecer la comunicación de las diversas regiones del
país. Se autorizaron concesiones para muchas líneas, que en su mayoría no surtieron
efecto y fueron declaradas caducas al no realizarse ningún trabajo.
Sin
embargo, algunos tramos construidos fueron el inicio de rutas que, tiempo
después,
formarían parte de las líneas que ahora integran el Sistema
Ferroviario Nacional.Las
concesiones concedidas fueron: en 1877, construcción del Ferrocarril de México
a Toluca, con un ramal a Cuautitlán; en el mismo año, se autorizó al gobierno
del estado de Guanajuato para construir una línea de Celaya a León, pasando por
Salamanca, Irapuato y Silao, con un ramal a la ciudad de Guanajuato; en 1878,
se firmó un contrato para la construcción del Ferrocarril de Morelos, (México -
Cuautla), que podría llegar hasta el río Amacuzac; una línea férrea que uniera
a Zacatecas, Aguascalientes y Lagos; en el mismo año se autorizó al gobierno
del estado de Yucatán, construir un ferrocarril de Mérida a Peto, con un ramal
a Tekax, lo mismo que otro ferrocarril entre Mérida y Campeche; una línea entre
Veracruz y Alvarado con un ramal a Antón Lizardo.
En
el año de 1879 se autorizó la construcción del Ferrocarril de Hidalgo, que
partiría de un punto de la ruta del Mexicano (Ometusco), y terminaría en
Pachuca. Sería necesario utilizar mucho espacio para detallar todas las
concesiones otorgadas en este período gubernamental y que, como dijimos, en su
mayor parte no surtieron efecto alguno.
Al
terminar el primer período de gobierno de Porfirio Díaz, en 1880 por fin los
inversionistas norteamericanos iniciaron la tarea, largamente esperada por
ellos, de construir líneas férreas en nuestro suelo. En este año se otorgaron
las dos primeras concesiones a empresas constructoras norteamericanas, la
primera el 8 de septiembre de 1880, al Ferrocarril Central Mexicano, una
compañía constituida en Boston, Mass., (EUA), para construir una línea de vía
ancha, entre México y Paso del Norte, (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua), tocando
las ciudades de Querétaro, Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao, León,
Aguascalientes, Zacatecas y Chihuahua, con dos ramales, uno de Silao a
Guanajuato y el otro que llegaría a Guadalajara.
Varios
gobiernos locales que tenían concesiones para algunos tramos, pero que no
habían realizado trabajos o habían avanzado muy poco, las traspasaron a la
nueva empresa, para que ésta pudiera, sin dificultades, atacar la construcción
de la nueva ruta.
La
segunda concesión, de fecha 13 de septiembre, se otorgó a la Compañía
Constructora Nacional, fundada en Denver, Colorado, (EUA), para la construcción
de dos líneas, en esta ocasión de vía angosta; la primera de México a Manzanillo,
tocando Toluca, Maravatio, Acámbaro, Morelia, Zamora y la Piedad y la segunda
para unir a la capital de la República con Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Varios
gobiernos estatales traspasaron sus concesiones a la Constructora Nacional, la
que en el año de 1883 se consolidó con la Compañía de Fierro Nacional Mexicana,
que posteriormente cambió su razón social a Compañía del Ferrocarril Nacional
Mexicano, denominación que en lo sucesivo usó la nueva ruta que se construía.
Al
terminar el primer periodo de gobierno del general Díaz los ferrocarriles
tenían una extensión de 1,079.577 Km.
Entre
1880 y 1884, con la presidencia de Manuel González, se quintuplicó la red
ferroviaria y para 1881, se hizo necesario crear una Secretaría de
Comunicaciones y Transportes. Las consecuencias políticas y económicas fueron
definitivas pues para finales del
periodo, México contaba ya con la estructura principal del sistema ferroviario
que comunicaba a la capital con el golfo y el norte.
De
los contratos que se autorizaron durante este gobierno y tuvieron éxito, fueron
Ferrocarril Internacional Mexicano, cuya empresa, sin subvención alguna y en
breve tiempo, construyó la línea que comunicó a ciudad Porfirio Díaz, hoy
Piedras Negras con Torreón, y Durango.
Durante
este cuatrienio empezaron a ponerse en servicio algunas rutas como la del
Ferrocarril de Morelos, de Los Reyes, Estado de México, a Cuautla, Morelos de
vía angosta, que se inauguró el 18 de junio de 1881
Este Ferrocarril se
construyó al amparo de la primera concesión que otorgó el gobierno de Porfirio
Díaz, el 16 de abril de 1878, al gobierno del estado de Morelos, quién a su vez
la traspasó a un grupo de inversionistas que formaron la Compañía del
Ferrocarril México y Morelos. Al inaugurar su servicio en 1881, la compañía
cambió su razón social a “Ferrocarril de Morelos”. En 1882, esta línea fue
comprada por el señor Delfín Sánchez, inversionista español, de quién se sabe
fue yerno de don Benito Juárez, y que tuvo intervención en varias
construcciones ferrocarrileras, (como el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec).
Esta línea se prolongó hasta Yautepec y por último, el primero de agosto de
1894, llegó a Puente de Ixtla en el mismo estado de Morelos. Delfín Sánchez
construyó el tramo de 19 kilómetros de Los Reyes a la ciudad de México y la estación
de San Lázaro, que durante muchos años sirvió de Estación Terminal a la ruta
del Ferrocarril Interoceánico, de México-Veracruz, México-Puebla–Oaxaca, México-
Cuautla - Puente de Ixtla y México-Cuautla-Puebla..
El 16 de septiembre de 1882,
se inauguró el Ferrocarril de Puebla a San Martín Texmelucan construido por
cuenta del Gobierno Federal, Este ferrocarril de vía ancha y tracción animal,
con 37 kilómetros de extensión, estuvo administrado con buen éxito por el
Gobierno hasta 1886, en que se traspasó al Ferrocarril Interoceánico con cuyo
tramo completó su ruta de México a Puebla.
Para 1898 José Ivés
Limantour presentó un estudio para planificar las inversiones y clasificar los
proyectos según las necesidades económicas del país. Por otro lado en 1903
Limantour dio el primer paso para adquirir la mayoría de las acciones de la
Línea interoceánica.
Bibliografía.
Elisa, S. G. (2004). Nueva Historia
Mínima de México. México: Colegio de México/ SEP.
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una biografía política. México: Planeta.
Katz, F. (2011). La guerra secreta en México. México:
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Katz, F. (1980). La servidumbre agraria en México en la
época porfiriana. México: Era.
Sociedad Mexicana I. Vol. 2. (1981). México: SEP.
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